Se ha puesto de moda hablar de ese gran portento que nos están metiendo por los ojos todos los días, como si fuera el no va más, por lo que no para de crecer su admiración y/o animadversión entre la población mundial. Me refiero a la Inteligencia Artificial (IA).
Yo, sin ser experto en esta materia, mas llevado de mi intuición personal y de lo que aprendo de los más doctos en ese tema, saco una conclusión: que no es oro todo lo que reluce; y que por el contrario este gran invento llegará, con el tiempo, a apoderarse de todos y de todo, pues no va a ser un chasco o reto más que la humanidad habrá de solventar y asumir, sino que se están dando pasos agigantados para darle un poder excesivo, sin que la IA esté impregnada de sentimientos y emociones, además de otros muchos aprendizajes, virtudes y sensibilidades humanas.


Abogo porque promocionemos y eduquemos más a la Inteligencia Natural (IN) o biológica de todos los seres humanos, invirtiendo más en ella, aunque sea a fondo perdido, sabiendo que se recuperará esa inversión con creces, para que -alguna vez- desaparezcan de la Tierra los cuatro jinetes de la Apocalipsis (guerra, hambre, peste y muerte) y alguno más que nos atenaza en pleno siglo XXI, creando más empatía y amor entre todo el género humano.
Sevilla, 1 de mayo de 2025.
Fernando Sánchez Resa