La Diputación de Jaén al alimón con el Instituto de Estudios Giennenses tuvieron el acierto de publicar, el año pasado (aunque por culpa de la pandemia no se pudo presentar en 2019, que ya estaba preparado), este interesante libro del bedmareño, Diego Rodríguez Vargas, afincado en Málaga, y con una provechosa estela de maestro (fraguado en la tahona educativa de la Safa de Úbeda), siendo un empedernido amante del fomento de la cultura (ya que ha cooperado intensamente en diversos proyectos europeos con las ciudades de Nador, Alhucemas, Tetuán y Tánger); investigador educativo destacado y promotor del puente cultural España-Marruecos, como símbolo de dos naciones hermanas que tanto tienen en común, aunque sean diferentes.
El autor de Isnatin ha sabido bucear en sus ancestros familiares con el fin de regalarnos un panel de historias, situaciones y personajes de finales del siglo XIX y primera mitad del XX que seducen y cautivan al lector. A mí me ha encantado su prosa fresca y diáfana, las fotos incluidas y los vivos y sorprendentes retratos de una realidad histórica local, giennense y nacional, proporcionando un final que, al menos yo, intuía…
Diego ha volcado sus recuerdos, emociones, sentimientos y vivencias en este libro, para ofrecérselo a sus paisanos y familiares, sin olvidar a amigos y lectores, dándoles un motivo más para visitar Bedmar y Garcíez, encantadoras poblaciones de Sierra Mágina, con el cerro Natín, presidiendo el horizonte (como me decía mi abuelo Antonio, desde Úbeda, cuando ambos lo divisábamos yendo camino de la villa abajo); y poder adentrarnos -también- en el encanto que tiene Marruecos, pues guarda tantas similitudes de nuestro Al-Ándalus; recordándome intensamente, a su vez, el año de mili que eché en Melilla y Chafarinas, cuando tenía solamente 21 años…
Sevilla, 20 de enero de 2022.
Fernando Sánchez Resa