Llevo demasiado tiempo -como, por desgracia, muchos de mis conciudadanos- sufriendo en mis propias carnes el abuso continuado de llamarme a cualquier hora del día: mañana, siesta y casi noche, con el fin de venderte o timarte en lo que sea, pues siempre será más barato y mejor lo que te ofrecen que el producto o servicio que ya tienes. Es inaudito, estamos en un país que tiene muchas leyes para la privacidad, también contra el abuso y la corrupción, pero resulta que nuestros datos personales están circulando por ahí como vaca sin cencerro. No sé de qué sirven esas leyes cuando las empresas de telefonía o de otros servicios no hacen más que saltárselas, metiéndose en nuestro hogar o intimidad, y no dejando tranquilo al ciudadano de a pie que lo que quiere es descansar y que no lo mareen con ofertas engañosas.


Y, “a río revuelto, ganancia de pescadores”, aprovechan todos los medios habidos y por haber de telefonía u online, para engañarte todo lo que pueden, pidiéndote tus datos personales que (aunque muchos de ellos ya los tienen), pero como les faltan los últimos y definitivos, que son los que en realidad quieren y necesitan para robarte, hasta que al incauto y desamparado ciudadano (que podemos ser cualquiera) le vacían su cuenta bancaria o lo engañan o engatusan miserablemente con ofertas que luego no son tales…
Y yo me pregunto, ¿cuándo llegará a nuestro país esa seguridad y tranquilidad que merecemos los españoles para poder estar a gusto en nuestra casa (o en donde sea), con nuestro móvil, y que no les llamen a diestro y siniestro como si estuviésemos en una guerra abierta en la que encima tienes que defenderte del enemigo telefónico que te atenaza todos los días con la misma cantinela? ¿Será posible que se legislen leyes y más leyes, que se incumplan sistemáticamente, y que los políticos (de cualquier afiliación) no acierten a proporcionar lo más preciado a todo ciudadano: el bien común, para que algunas empresas no actúen como corsarios con él?
Yo creo que el ciudadano de a pie merece tranquilidad y sosiego para saber con certeza que no le van a engañar ni bombardear de llamadas y anuncios impertinentes y engañosos, para que entre en la ola consumista que le atenaza por todos lados y que, si difícil es defendernos de ella los mayores, ¿cómo se lo estamos poniendo a los niños y jóvenes…?
En fin, como pasa con todo. Creíamos (cándidamente) algunos o muchos que conforme fuéramos avanzando en la vida democrática y en la edad madura todo se iba a hacer más sencillo y habría más bienestar individual y social y menos pobreza y latrocinio, pero nos topamos cada día que ocurre precisamente todo lo contrario. Van surgiendo problemas y dificultades que en lugar de atajarlos, los que tienen en su mano hacerlo, se venden al enemigo y nos dejan desamparados. Una pena, ver que te tienes que defender tú solo de ese acoso telefónico premeditado y brutal (como de otros muchos problemas cotidianos), que te absorbe como un tornado y eres víctima de abusos y engaños estudiados ya por el delincuente de guante blanco que tiene carta blanca para ello…
Sevilla, 20 de octubre de 2024.
Fernando Sánchez Resa

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