El miércoles pasado (12 de febrero) tuvimos la suerte, la dicha y el honor de asistir a la celebración oficial de tus redondos ochenta años, que ya habías cumplido el pasado mes de enero. Por circunstancias del grupo de patchwork al que pertenecemos Inma, Margarita, Mari Carmen, Menchu, Conchita y el que esto escribe, no se pudo hacer antes, pues mi esposa y yo estuvimos con gripe, por lo que preferiste dejarlo para la semana siguiente con el fin de que todos disfrutásemos de esa efeméride tan bonita e importante, tuya y de todos nosotros.

Llegar a esta década -más que prodigiosa- de los ochenta es un honor y una suerte, y más en las condiciones que tú te encuentras, plena de salud, aunque, como todos, con algunas goteras. ¡Cuando llega una gotera gorda se acabó la historia del personaje y se va a mejor vida! Esperamos y deseamos que sigas ilusionada con tu vida cotidiana de jubilada súper ocupada con tu hermana, sobrinas y sobrino nieto, “tu niño”, como tú le dices…. E incrementando cada curso escolar el patrimonio personal de tus trabajos de patchwork hasta que Dios quiera; y que tú te encuentres con fuerzas físicas y mentales suficientes para acometerlos.
No será porque no tienes un grupo que te apoya en todo, con la maestra (Salud… responde) tan competente que sabe guiaros a todas por el buen camino del trabajo bien hecho, constituyendo y comandando a ese grupo de amigas de todos los miércoles por la tarde, en las que tienes unas auténticas compañeras que nunca te abandonarán; en especial, tu querida amiga, Mª Carmen, que vela por ti cual si fuera tu ángel de la guarda. Y es que ella es así de bondadosa y solidaria; así la parieron y así será hasta que Dios se la lleve al Cielo, que esperemos -por bien de todos- sea lo más tarde posible.
Ese miércoles de tu celebración en Valencina de la Concepción estuviste rodeada del cariño y el amor de tus incondicionales compañeras y amigas de este acendrado grupo que sabe tejer no solamente bonitos y difíciles trabajos manuales o del hogar, sino que tiene todos los mimbres y los buenos resultados de un grupo que lleva ya más de una década funcionando y que esperemos eche otra o dos más, por lo menos… Todo dependerá de la salud y el afán que le pongamos todos.


Yo también asistí, pues soy alumno oyente (nunca mejor dicho) y disfruté de lo lindo, como todos los asistentes, de ese grato momento en el que te cantamos el cumpleaños feliz y te fuimos dando sorpresa tras sorpresa que tú ni te las esperabas. ¡No hay nadie mejor que las mujeres para preparar eventos de este tipo, puesto que saben hacerlos redondos, emotivos e inolvidables! Vinieron hasta antiguas alumnas y compañeras, como tu amiga Bienve (como especial sorpresa que nadie conocíamos que se iba a producir). Janet estuvo a punto de venir también, aunque no pudo, pues nadie quería perderse esos momentos entrañables e inolvidables en los que tus ochenta abriles estaban a flor de piel.
Para endulzar -aún más- el momento, hubo dulces muy ricos: sultanas y pastas de las monjas sevillanas del Monasterio de Santa Inés, así como múltiples regalos (con varios joyeros incluidos y plantas) a la homenajeada, que hicieron la delicia de todos, especialmente de ella que no se esperaba tal avalancha de detalles. Se le veía sumamente emocionada… ¡El amor mueve montañas…!
Grabamos varios vídeos para la posteridad y su familia y amigas, en los que se muestra la sorpresa y el cariño con los que Adela y el grupo se identificaban. No podía faltar la foto de rigor con los globos y el número 80 sobre cuatro donuts de chocolate, invento de la polifacética Mari Carmen….
En fin, aquello fue una fiesta inolvidable, todo muy bien preparado por todos, pero especialmente por la más chula e inteligente de las profes que sabe cómo endulzar y hacer agradable la vida de sus cariñosas alumnas. ¡La que vale, vale…!


Supongo que ya en casa, Adela, harías recapitulación del día tan bonito que echaste en Valencina de la Concepción, recordando a tu vez tu larga vida profesional de cigarrera, tu acendrado espíritu cofradiero, tu amor a la ancestral Sevilla que te vio nacer, crecer y madurar año a año.
¡Te deseo seas muy feliz, Adela, y que la salud te acompañe siempre durante muchos años, los que Dios quiera, y mientras tanto todos nosotros podamos disfrutar de tu presencia que siempre es agradable y oportuna!
Recibe un fuerte abrazo de todas las del grupo y especialmente mío, pues he sido testigo de una acto cotidiano de esta alegre Sevilla en la que tan bien nos habéis recibido desde siempre a Margarita y a mí, y cuyos componentes lleváis intrínsecos la alegría desbordante de esta bendita tierra andaluza….
Sevilla, 16 de febrero de 2025.
Fernando Sánchez Resa