En este mundo distópico y desenfrenado con el que nos quieren convencer de lo felices que vamos a ser si nos mimetizamos con sus espúreos consejos, tiene cabida casi todo y más si se refiere a las relaciones sexuales, que son norte y guía de las relaciones humanas actuales, cuando la edad y la salud lo permiten…
Por eso hoy está de moda, en determinados ambientes capitalinos o progresistas, el llamado matrimonio abierto que consiste en que una mujer y un hombre (o viceversa, que tanto monta una como otro) se casan o emparejan, pero con la salvedad de que no se prometen felicidad exclusiva el uno para el otro, en cuanto a sus relaciones sexuales se refiere, sino que se dan total libertad para que cada componente de esta unión pueda echar sus canitas al aire, con quien quiera y cuando quiera, sin que el otro (o la otra) se enfade o rompa la relación. No nos metemos en que sea hombre o mujer o ambos del mismo sexo. Todo está permitido. Y luego a seguir tan frescos, como si no hubiese pasado nada, porque así se tiene acordado desde el principio de esta relación amistosa.


El amor, también el deseo, cambian con el paso del tiempo (es la moda de hoy y de otros pasados tiempos), y por eso se ha inventado esa fórmula de tener una pareja que esté abierta a que uno u otra se pueda encamar con otro o una y luego volver a la pareja originaria plenos de experiencia y con más brío si cabe…
¡Vivir para ver!, como dirían nuestros padres o abuelos, aquellos que padecieron la guerra civil y vieron cómo había gente que se emparejaban para días o meses, con fecha de caducidad, pero con ansias de apurar el cáliz del placer físico hasta arriba…
Y es que hoy en día ya hemos llegado a un estado personal y/o social en el que no nos asustamos ni nos viene grande nada, y todo hay que tragárselo para ser el más progre y avanzado de la tribu…
Úbeda, 8 de octubre de 2023.
Fernando Sánchez Resa

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