Llevaba largo tiempo con ganas de darme una vuelta por mi Úbeda querida, especialmente por la renovada iglesia de San Lorenzo para ver cómo va conformándose su consolidación cultural, artística y arquitectónica, siempre bien acompasada de exposiciones, conciertos y actos culturales de todo tipo que la va enriqueciendo, dándole justificada fama como joya arquitectónica recuperada por obra y gracia de la Fundación “Huerta de san Antonio”.
Fui invitado a la inauguración de la exposición PENSAMIENTO PALABRA OBRA OMISIÓN de Merishui, pero no pude asistir porque mi residencia permanente en Sevilla me lo impidió, pero aprovechando que he venido a veranear a mi pueblo durante este mes de agosto tenía sumo interés en visitarla y transmitir mis primeras y frescas impresiones de esta amable y sosegada visita.
Fui solo, a media mañana, con el fin de que el calor agosteño no me hiciera arrepentirme. Callejeando despacio por el dédalo de calles ubetenses, en las que la sombra aún proporciona el fresco necesario para disfrutar del paseo, llegué a San Lorenzo, con su espadaña característica, ya exenta de la yedra suicida que en un tiempo la ahogaba, aunque le proporcionaba una postal inigualable, encontrándome a algún que otro visitante y a la amable, joven y bella portera que me proporcionó cuatro pinceladas de la exposición que iba a palpar, además de animarme a ver después -en la sacristía- la interesante y dramática exposición fotográfica del pueblo saharaui. Tuve mala suerte porque en el momento de entrar al recinto, antiguamente sagrado, se había ido la luz artificial por lo que pude contemplar y echar las fotos solamente con la luz natural que entraba por sus vanos y puertas.
Primero fui observando y admirando el arduo trabajo de la artista ubetense María Martínez Líndez (1998), licenciada en Bellas Artes por la Universidad de Castilla la Mancha, residente en Málaga, pudiendo apreciar su gran potencial creativo, usando para sus soportes y creaciones artísticas abstractas siempre materiales reciclados, con afán de no perder esos objetos cotidianos que nos rodean o arropan, como son las sábanas que ya su abuela vendía por las calles de Úbeda o que usó ella de pequeña en su cuna, con tal de que no anduviesen arrumbadas en el desván de cualquier casa.
He podido comprobar que su tándem imaginación y creatividad andan bien conjuntados. Así mismo he quedado enterado que es su primera exposición individual que marcará su repleto curriculum vitae profesional, habiendo participado en numerosas exposiciones colectivas.
Su particularísimo estilo que intenta recopilar objetos que nunca estarían expuestos en un museo ordinario, como una sábana o trozo de cartón, insuflándole Merishui una nueva vida artística anti academicista. Al posicionarse con el “Ready Made”, que nace del Cubismo a principios del siglo XX, y que rompe con el arte establecido académicamente, nos proporciona una crítica mordaz a la sociedad en la que nos desenvolvemos y a los cánones establecidos por el mundo académico del arte, dándoles a estos materiales reciclados una nueva vida abducidos de color y dadaísmo…
Sus obras impactan por su tamaño, coloración, textura y garra por lo que llaman la atención del espectador avispado que quiere entender ese mundo de emociones y creatividad que conllevan, explícitas y bien trabajadas, plenas de desbordante imaginación y acendrada y continua experimentación.
¡Suerte sincera le deseo, a esta joven artista ubetense en sus futuros y originales proyectos artísticos, que seguro vendrán para triunfar!
Después aproveché para visitar y visionar, en la antigua sacristía, la desgarradora exposición fotográfica sobre el pueblo saharaui en Tinduf: “Una mano sola no aplaude” de Petit Julen y Carlos Tajuelo, que volvió a impactarme, pues son imágenes que demuestran el abandono que padecen sus habitantes por la comunidad internacional, aunque cierto sector de la población española y del Santo Reino, en particular, organicen solidariamente “Caravanas por la paz” y “Vacaciones en paz”, volcándose plenamente con la ayuda material que le proporcionan y los regalados veranos solidarios en nuestra tierra jienense para la gente joven y menuda de aquella inhóspita tierra…
Ya, más tranquilo y satisfecho aún, hice el camino de vuelta a mi hogar por otro recorrido distinto del callejero ubetense, tratando de volver a disfrutar de esas callejas moras que tanta sombra y paz proporcionan, rememorando íntimamente momentos personales y/o recuerdos de algunas personas que ya no están entre nosotros, pero que mi memoria las tiene ancladas para siempre.
Es una gozada volver a la Úbeda de mis sueños y realidades, en este caluroso mes de agosto con la tranquilidad, el sosiego y la paz del jubilado feliz que vuelve al paraíso perdido de su infancia y juventud.
¡Qué pena no poder aprovechar las décimas jornadas “Sabina por aquí” que vienen cargadas de novedades y artistas interesantes, pues mis nietos Abel y Saúl me necesitan en Sevilla!
Úbeda, 18 de agosto de 2023.
Fernando Sánchez Resa