Hoy quiero referirme a unos seres humanos especiales y únicos que pueblan cualquier sociedad, profesión, época, lugar, edad o condición y que siempre han existido al igual que el enchufismo, la sinvergonzonería o la pobreza. Yo los llamo “los intocables” porque nadie es capaz de amonestarlos o pararles los pies en sus comportamientos fuera de lugar y forma, ya que están poseídos de un don negativo (el de la cara dura) para el resto de los mortales, pero muy positivo para ellos.
No hay nada más que observar al grupo en el que uno se desenvuelve para encontrar a esa persona que se salta a la torera las normas establecidas y se hace imprescindible en su excepcionalidad para ir sobreviviendo por encima de los demás, sin que ningún jefe o superior ose llamarle la atención o meterlo en cintura.
No es solo en la política en donde se dan. Los hay en todos los ámbitos humanos, incluso en el religioso, ya que se hacen acreedores a ese apelativo porque están por encima del bien y del mal y de cualquier autoridad que ose quitarles su impunidad y libre actuación.
Son una especie que no se extingue nunca, aunque cambie el régimen político, histórico o social en el que se desenvuelven; más bien se reproducen por generación espontánea…
Sevilla, 12 de enero de 2023.
Fernando Sánchez Resa