LA VIRGEN DE LAS ROCAS
(Leonardo da Vinci, 1486)


Tras la Gioconda, con fugaz mirada,
me adentro en esta obra luminosa.
Una Virgen madre, más que una diosa,
por Jesús y el Bautista acompañada,
 

y un ángel, que enigma y misterio alcanza,
envueltos en una suave neblina,
sfumato, y una luz blanquecina
que, en claroscuro, con las sombras danza.

 
Se abre detrás un paisaje infinito,
de árboles y glaciares irreales
en profundos espacios ideales.

 
Contrastes entre realidad y mito.
Dos miradas de Leonardo, con tino,
en genuina tensión del florentino.

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