Llevamos ya demasiado tiempo que las Navidades originales (en las que se celebraba el nacimiento del Niño Dios) van cayendo en el olvido, trucándolas (cada año más, con o sin pandemia; da igual la excusa) en unas festividades paganas muy luminosas, gastosas y caras (eso sí), en las que prima gastar mucho dinero en regalos propios o ajenos (¡es la feria del consumismo más atroz!), haciendo compras compulsivamente (pues así lo manda el “Santo Mercado”), todo cuanto nos anuncian por redes o cualquier medio social o (des)informativo; que ya tienen un poder omnímodo para esclavizarnos a toda la población (desde el lactante al anciano) y tenernos enganchados desde el mes de noviembre hasta pasado el mes de febrero que venga el Carnaval pagano a sustituirlas. Han empalmado el Black Friday americano con luminosas e iluminadas navidades (2021), en las que todo lo que sobra de luz en el ambiente exterior falta en el interior de bastantes mentes y corazones; salvo honrosas excepciones, que haberlas haylas.
Se han propuesto adelantar al máximo estas festividades para que no hagamos nada más que engullir por los cinco sentidos (no por el sentido común; el menos común de los sentidos) bazofia barata que nos preparan edulcorándola y mostrándonosla en vistosos y atrayentes envolturas de regalo; aunque siempre haya excepciones loables. ¡Y entramos por ello; la verdad es que nos lo tragamos todo…! Han paganizado y banalizado estas fechas tan entrañables y familiares, pues no interesa que recapacitemos y pensemos que al igual que Jesús vino al mundo para redimirnos y enseñarnos una vía segura de paz y amor, nosotros podamos hacer lo mismo, volviendo a vivir una vida sosegada, plena y nueva en la que el amor al prójimo sea nuestro norte y guía. Pero la verdad es que esto casi no le interesa a nadie, pues no da dinero (“poderoso caballero es don Dinero…”, decía ya Quevedo); y entonces no podremos ser borreguitos del mismo redil ni balar en el dorado establo en el que nos pretenden alojar…
Sevilla, 9 de diciembre de 2021.
Fernando Sánchez Resa