EL DESCENDIMIENTO

(Van der Weyden, hacia 1435)

Aunque fuese incierta la narración
de Juan, aquella tragedia tan hermosa
y cruenta, contenida y dolorosa,
de una pasión, muerte y resurrección,

condiciona gran parte de la Historia.
Jesús, la figura más transcendente,
roto y muerto, pero siempre presente
en vivos latidos de la memoria.

Colores frío y cálido radiantes
envolviendo los rostros compungidos
de María y sus acompañantes,

se unen a la angustia del sentimiento,
que ahoga la garganta, confundido
con el silencio del descendimiento.

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