IGUAL QUE JULIO
Manuel Jurado
El corazón ahora está como a trasmano:
descosido, desierto, esperando una luz
que se hace antigua, una luz infantil,
de pantalones cortos, de hierbabuena y sopa,
de fútbol y canciones bajo el frío sutil de la mañana.
El corazón se viste como puede para emprender viaje
hacia el sereno mar de los olivos, recita los decálogos
de la amistad ligada con cordones tan fuertes
como el hambre, la soledad o el miedo.
Aquellos que nos fuimos… Él con nosotros:
tan ágil, tan vibrante, jubiloso y activo,
y los demás mirándole a los ojos, encontrándonos.
¿Cómo escribir ahora? ¿Con qué tinta o aceite
para decir que ha muerto?
¡Joder, que Julio ha muerto!
¡No puede ser verdad: él era eterno!
¿Por qué me estáis mintiendo?
Si Julio era la vida, la misma vida propia,
la misma vida nuestra…
En su última comida con nosotros,
lo mismo que un cenáculo,
se despidió de mí: un beso en la mejilla,
y supe, sin palabras, que me decía adiós
definitivamente. Mi corazón lo supo.
Mis huesos lo supieron. No quise que me viera
con lágrimas amargas.
Os quiero confesar, que todos lo sepáis,
que desde niño, niño del padre Luque,
yo siempre quise ser igual que Julio.
Comunicado que dimos por el fallecimiento de Julio Tarragó
